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Las fotos...

Actualizado: 2 jun 2019





Sinceramente jamás me imaginé que en algún momento de mi vida me encontraría delante de una cámara en ropa interior. Menos en mi casa, con mi mamá caminando por los pasillos, mi hermano jugando play y mi novio haciendo de dj y fotógrafo. Y lo que menos pensé es que me sentiría tan cómoda.


El tema


Comencé a pensar en esta idea del blog hace mucho tiempo, pero la verdad es que el miedo se apoderaba de mí cada vez que intentaba avanzar. Fui poco a poco acostumbrándome a la idea de hacer públicas mis inseguridades y de intentar cambiar paradigmas de belleza. Que sí, todo suena bellísimo cuando haces el "pitch" de tu proyecto, pero cuando todo comienza a ser real, más de una vez das tres pasos atrás y dudas acerca de todo lo humanamente posible.


La verdad es que el tema me apasiona mucho porque toda mi vida he querido ser modelo (además de actriz, escritora y mil otras cosas), pero el peso me ha jugado en contra – según los “expertos en modelaje” –


¿No debería ser, como en todas las demás ocupaciones, el talento, la disposición y la entrega lo que me permita pertenecer a esta industria?

Entonces pensé, ¿y si intento ser yo? modelar con mi cuerpo y sus imperfecciones. Ser más real y aceptar que por tener una barriguita y rollitos a los lados no soy menos bella. Alguien se tiene que sentir identificado.



Sinceramente creo que el éxito de los estándares de belleza creados por la industria de la moda, es por la errada concepción de belleza que el mundo ha aceptado. Si eres el editor de la revista más top de moda y ves que las ventas suben cuando muestras a mujeres “irreales” (teniendo en cuenta que ni ellas llegan a los estándares de sus fotos editadas y publicadas), es obvio que vas a seguir contratando ese tipo de modelos. Pero, ¿qué pasaría si baja el consumo de mercancía que no exponga la belleza real? Todo cambiaría, y es por ahí que tenemos que comenzar.


La idea es romper los estereotipos de belleza que tenemos en la cabeza. Comenzar a detallar a cada persona y conseguir lo que la hace única y bella sin la necesidad de ser perfecta.


Entonces, comencé a buscar información y modelos a seguir en el tema, hasta que llegó el momento de crear contenido. Ya no podría seguir evitando pararme frente a una cámara al descubierto. Creo que si defiendo tanto el tema, lo primero que debo mostrar es mi cuerpo #inthemiddle. No sabía cómo hacerlo, ni dónde. No sabía qué me iba a poner, ni quién tomaría las fotos. Sólo sabía que quería hacerlo.

La sesión


Llegó el día, planché una sábana color hueso que saqué del closet de sábanas perfectamente ordenado de mi mamá, e hice mi mejor intento de dejarla lo menos arrugada posible. La pegué en la pared blanca de mi cuarto con teipe de oficina, y arrimé la cama hacia los closets. Conecté tres lámparas; dos se las pedí con antelación a mis amigas, y la otra se la robé a mi mamá de su cuarto. Les cambié los bombillos de luz amarilla por blanca y listo. Mi set estaba armado. Luego me encargué de varios accesorios como banquitos de madera y flores para poder jugar con diferentes cosas a lo largo de la sesión.


Por lo general no me seco el pelo, siempre está natural (tomando en cuenta que me lo pinto), pero esta vez las inseguridades estaban tan inquietas que me lo sequé en la peluquería al lado de mi casa para quitarme una preocupación más. Me maquillé “natural” pero con esfuerzo, y comenzamos.


Diego probó la luz, puso música y comenzó a disparar. Yo no sabía qué hacer. Imagínate posar en ropa interior por primera vez sabiendo que nada iba a ser editado. Exponerte al 100%. Comencé con un bluejean y top para calentar, y poco a poco me dejé llevar por la música y el concepto de esta idea en la que tanto creo. Modelar siendo yo. Después de un tiempo me vi posando con tranquilidad en sostén y pantaleta mientras cantaba ABBA.



Comencé a buscar lentes de sol, gorras, y a sacar ropa de la parte del closet que podía abrir para inventar más pintas y sacar la mayor cantidad de fotos posibles. De vez en cuando me daba un ataque de nervios y me reía descontroladamente. Otras veces sólo estaba seria; y otras dejaba que los prejuicios me invadieran. Pensaba, ¡a la mierda! Y seguía posando. Además, me ayudó muchísimo tener a alguien de confianza detrás de la cámara en esta primera vez.


Cuando terminamos, pasamos las próximas dos horas recogiendo el cuarto, un desastre. Ya Diego estaba cansado y se puso a escuchar música mientras yo veía obsesivamente las fotos una por una. Mi tía, dueña de varios sostenes que usé en la sesión, me llamó para ver el resultado y cuando se las enseñé pude notar cierto desagrado, o mejor dicho, estaba procesando toda la información. Ahí fue la primera vez que vi lo que estas fotos podían generar y sinceramente, me asusté. Busqué la mirada de Diego a lo largo de la sala y de inmediato saltamos a exponer el mensaje de las fotos. Entonces, se vio claramente el cambio de expresión en todos los participantes de la conversación.


Supongo que hay personas que necesitan entender el concepto de lo que ven para no juzgar. Es válido. Lo explico cuantas veces sea necesario.

Al día siguiente edité la luz y el color de algunas desde mi celular, y así de rápido conseguí mis primeras fotos. Sólo faltaba publicarlas.

Instagram



Cada paso que he dado me ha llenado de fuerza, no sin antes llenarme de las típicas dudas que nos funden el cerebro. Pero esta vez fue más duro. Esta vez iba a dejar de ser un proyecto de mí para mí y se convertiría en algo público.


Creo que buscar la aprobación es natural en los seres humanos. No concebimos la vida sin que alguien acepte nuestras formas. Hay quienes aseguran que no la necesitan; yo realmente creo que es imposible. Todos queremos ser aprobados así sea por una persona.


Instagram es una red social que se alimenta de la aprobación. La realidad es que estamos atados a la sociedad de una manera u otra, y es por eso que nos encanta publicar contenido

– controlado por nosotros – que demuestre nuestro estilo de vida, forma de pensar y físico y así conseguir la aprobación de muchos traducida en likes.



Yo no soy la excepción. Es obvio que la aprobación es importante para este tipo de proyectos. Pero a la vez siento que, por primera vez, el contenido que suba será orgánico y de cierta manera me mostraré desnuda en las redes. Además de que realmente creo que esta sección en particular va a ayudar a muchas mujeres a sentirse mejor consigo mismas, y a crear presión a las marcas que todavía no incluyen figuras diferentes.


Estaba totalmente consciente de que habrían screenshots de la primera foto en los grupos de whatsapp de muchas de las mujeres que conozco. Sabía que muchos criticarían, otros apoyarían y a otros simplemente no les importaría. Pero lo que más me gusta es que la aprobación de los que me importan, la tengo.


Tenía escrito desde hacía unas semanas el caption de la foto. Un manifiesto que hablaba de la sección. Escogí la foto, copié y pegué el escrito y le di a “publicar”. Las tripas y el corazón se me iban a salir. Ya varias amigas estaban enteradas del proyecto y por supuesto, todas comentaron inmediatamente en señal de apoyo. Ya lo había hecho. No había vuelta atrás. Ya comencé uno de los mayores proyectos de mi vida, hasta ahora.



Esta experiencia fue liberadora y me hizo creer aún más en mi objetivo. Sólo escribir y tomarme unas cuantas fotos han hecho que mi confianza se eleve a niveles nunca antes logrados. Me siento bien, me siento sana, inteligente, capaz, y bella. Mi terapeuta siempre me dijo que más allá de influenciar a otras, este proceso me iba a cambiar por completo, y que era justo en ese momento en el que estaría lista para publicarlo todo y comenzar la pelea para abrir las mentes más cuadriculadas.


En fin, entiendo que son fotos reveladoras, naturales y con poca edición, pero a la vez traen un mensaje con ellas que vale la pena escuchar. Los rollos de la panza y espalda o el típico de la axila no determinan si puedes modelar para marcas extraordinarias o simplemente ir a la playa sin ponerte la camisita amarrada a la cintura para taparte todo el cuerpo. Tú te pones el límite.


Total, la que decide hacia dónde inclinarse eres tú porque, de todas maneras, ya estás en el medio.












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